El sobrecogedor silencio de los campos navarros · GURELUR

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Rana bermeja

Hace una treintena de años, cuando los miembros de Gurelur estaban enfrascados en la puesta en marcha de una asociación ecologista, en los campos navarros se podía ver, oír y disfrutar del grácil vuelo del aguilucho cenizo, de los cantos de los pajaricos y de una importante variedad de roedores, anfibios, reptiles, e insectos. Todo ello configuraba un rico ecosistema que por desgracia hoy  prácticamente ha desaparecido. De la algarabía  y de los cantos que se podía disfrutar en los campos, hoy en día estamos sufriendo lo que denominamos “el silencio de los campos”, ya que no ha quedado prácticamente nada de vida. Cuando todavía había fauna en los campos y en el resto de naturaleza estuvimos haciendo un seguimiento de la fauna que utilizaban las piedras y árboles caídos de varias zonas de Navarra. En la mayoría de las piedras y árboles que se controlaron había una rica y variada fauna: culebras, lagartos, roedores, ranas y sapos, lagartijas y puestas de varias especies de insectos, así como hormigueros.
 
Dentro de nuestros trabajos de educación ambiental estamos construyendo observatorios para la observación de las aves en algunas de las zonas donde trabajamos. Estos observatorios se construyen con las piedras que nuestros antepasados arrancaron de la tierra, y que en la actualidad no tienen uso tras abandonarse los cultivos por la falta de productividad de los mismos. En algunas piezas todavía se mantienen en pie las cabañas de piedra que los labradores construían para guarecerse de las inclemencias del tiempo, lo que aporta un valor importante a estas piedras desde el punto de vista ecológico, paisajístico, etnográfico y cultural.

Lagarto ocelado

Para la construcción de los observatorios hemos utilizado y manejado miles de las piedras amontonadas en los campos y que antaño servían de cobijo a una fauna rica y variada. Tras concluir las labores de construcción de uno de los observatorios hemos podido comprobar con hondo pesar que donde antes había una rica fauna, necesaria para el mantenimiento del equilibrio ecológico de los campos, ahora no hay nada de vida, a excepción de unos cuantos hormigueros.
 
Con la acelerada e irreversible desaparición de estos pequeños animales la naturaleza nos está avisando de forma angustiosa de que todos nosotros, miembros de la raza humana, que estamos aquí solamente de paso, estamos destruyendo nuestro medio ambiente y por extensión nuestro futuro como especie.
 
Ahora bien, no todos los ciudadanos tenemos las mismas responsabilidades en esta anunciada destrucción. En esta sociedad que nos ha tocado vivir, hay personas que cobran y gestionan mucho dinero para luchar contra el cambio climático, pero queda claro que no están haciendo absolutamente nada para pararlo, a pesar de los dineros que destinamos los ciudadanos para detener el cambio climático.

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